En medio de la incertidumbre económica, los países en desarrollo están demostrando una notable resiliencia al convertirse en motores de crecimiento global. A través de políticas económicas sólidas y un enfoque estratégico en sectores clave, estas naciones están atrayendo inversiones significativas y contribuyendo de manera significativa al dinamismo económico mundial. Este cambio desafía las expectativas convencionales y destaca la importancia de la diversificación económica en un mundo cada vez más interconectado.